martes, 3 de noviembre de 2009
Histeria, rechazo y cuiqui
En una noche de gira, me topé con una pareja. Macho y hembra conversaban plácidamente. A simple vista, uno podría inferir que era una escena habitual y ordinaria de coqueteo. Sin embargo, no fue así. Tiroteo va y viene, parece que el vago no seleccionó las palabras adecuadas para ganarse el cariño de la damisela. El suave y delicado timbre de voz con que se inició el intento de conquista, devino en una ráfaga de insultos, injurias y agravios. Ante la mirada de curiosos y extraños, retumbó en el lugar el destino que la patrona ordenaba para su ex chongo: - ¡Andate a la concha de la lora! Dícese de… la lora, aquella señorita que ofrece sus servicios sexuales a cambio de dinero; su concha, la cachufleta. En pocas palabras, el varón fue invitado a retirarse del lugar, cabizbajo y humillado. Aunque me encontraba a escasos pasos de lo que fue ese violento altercado, no tuve el privilegio de oír aquello que fue causa determinante del conflicto. Se me cruzó ingenuamente por la cabeza acercarme a la femenina, pero ese contacto hubiese sido mortal. De sus carnosos labios de un rojo intenso, podría sin dudas expedirse nuevamente esa lluvia de groserías. Puse reversa y volví sediento por un aperitivo a la barra. Sabía muy bien que de haber prosperado el avance, hubiera obtenido el mismo destino que le sugirió a aquel pibe, y su eventual encuentro con una prosti.
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1 comentario:
jajajaajajajaa naaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
sos groso, sos groso.
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