miércoles, 7 de septiembre de 2011

José Crettaz: “La idea del Gobierno no es crear medios estatales, sino paragubernamentales que sostengan su mensaje''

Por Ramiro Cuenca y Sebastián Valarezo Flachier

Observador agudo de la realidad de los medios en nuestro país, el periodista destaca la relación de la administración kirchnerista y sus negocios con la industria de la comunicación. Sostiene que la Ley de Medios “tal como salió, es negativa’’, y que no se está cumpliendo su aplicación.




Superadas las barreras burocráticas, pintadas como medidas de seguridad del establecimiento, nos hacemos lugar en un espacioso ascensor, que se detendrá en el quinto piso. Todavía avergonzados por haber llegado tarde a la cita y a la espera de lo que hubiera sido un merecido gesto de disconformidad, nos recibe José Crettaz, (periodista de La Nación) en cambio, con una cálida bienvenida. Inmediatamente, nos ubicamos en una pequeña sala de conferencias del diario La Nación, de cómodos sillones y tenue luz artificial. Ubica cuidadosamente sobre su izquierda, uno encima del otro, sus dos teléfonos personales, a la espera de las preguntas.


Consultado acerca de la relación histórica que han mantenido el poder y los medios, sostiene que los gobiernos han tratado siempre de controlar la difusión de información, y de alguna manera más reciente, directamente la industria de los medios en general. Al mismo tiempo, señala que esta relación ha sido siempre conflictiva.
Convenientemente, trae a consideración la definición de noticia que postula Verbitsky (periodista de Página 12): “Es todo aquello que alguien quiere que no se sepa’’. A partir de ella, se explica -dice- el porqué del origen de las peleas. Muchas veces es el poder político, el gobierno, y otras veces los poderes privados.
-¿Cómo cree que fue aplicada esta metodología a partir de 2003?
-Desde mediados del mandato de Néstor Kirchner, se habla de la construcción del relato, de la realidad. De hecho las noticias son una construcción, un recorte de la realidad. A mi criterio se fueron un poco para el otro lado. Tampoco se puede inventar la realidad. Han tratado de hacerlo con distintas herramientas. Al principio fue la Discrecionalidad en la distribución de la publicidad oficial.
En este caso, lo ejemplifica cuando tuvo lugar el segundo lanzamiento del diario Perfil, al no darle publicidad, porque lo consideraban un ‘’diario crítico’’.
-En segundo lugar, con la construcción de medios afines, invitando a empresarios amigos del matrimonio a comprar medios, a inventar medios. Electroingeniería, por ejemplo. Ya había pasado en Santa Cruz, con Rudy Ulloa. Allí, no hay medios independientes. O son estatales, o son privados amigos del gobierno. No hay forma de que funcionen o les cuesta mucho a los medios independientes. Después del conflicto con el campo, decididamente hay una arremetida no para construir medios alternativos sino destruir, condicionar a los medios existentes. Directamente, embistiendo contra las empresas, afectando la organización y pretendiendo reestructurar el mercado de los medios de comunicación, sobre todo los audiovisuales que tienen su punto máximo con la sanción de la ley de medios. La idea del gobierno no es crear medios estatales, sino paragubernamentales que sostengan su mensaje. Los medios financiados por el estado, deberían representar a todos los sectores de la sociedad. Eso no sucede hoy.
Crettaz afirma que con la ley de medios que en octubre cumple un año de su reglamentación están pasando cosas interesantes. “No se está aplicando ni siquiera en sus espacios cosméticos, tampoco la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) hace que lo cumplan’’, manifiesta con preocupación.
Para el entrevistado, hubo una construcción del relato de lo que la Ley de Medios venía a hacer: democratizar la comunicación, terminar con una ley de la última dictadura y “un montón de slogans que son bastante vacíos”. Asimismo, opina que si se trataba de terminar con leyes de dictaduras, habría que considerar aproximadamente las quinientas leyes de varias dictaduras que distintos congresos democráticos ratificaron. Opina que es muy importante la ley de radiodifusión porque administra el espectro radioeléctrico, y es la encargada de asegurar las reglas de juego para los medios. De la misma manera, supone que debería procurar que no haya monopolios u oligopolios. Sin embargo, aclara que sí hay muchas otras leyes de igual valor como la de entidades financieras, y otra ley tal vez más importante que la de radiodifusión o de igual nivel que es la de telecomunicaciones -otro decreto ley de la dictadura-. Por tanto, señala: “Si vamos a terminar con las leyes de la dictadura, terminemos con todas las importantes y más bien hagamos nuevas leyes”.
Sobre un sillón verde y de manos cruzadas, afirma que esta ley tiene aspectos muy positivos. Indica que permite el acceso de las cooperativas telefónicas a la televisión, que fomenta una nueva alternativa para el financiamiento del cine nacional al obligar a los canales de televisión abierta a estrenar películas argentinas en pantalla, lo cual les obliga a competir por los derechos y a invertir para asegurarse el tener cinco u ocho títulos por año. Es decir, lo que antes se hacía con las películas de Hollywood ahora en alguna medida se tendría que hacer acá. También, califica de atractivo y novedoso el tratamiento que se le da al tercer sector, asegurándole una porción del espectro radioeléctrico. Sin embargo, cambiando el tono de voz, sostiene enfáticamente que ‘’tiene un montón de aspectos negativos que son mucho más graves que los positivos, que bien podrían salir sin este nuevo marco regulatorio”.
Luego, aclara que ‘’el saldo de la ley tal cual salió es negativo’’ por cuestiones concretas. Pues, restringe que una misma empresa sea dueña de señales de televisión abierta y señales de televisión paga, o al obligar a los distribuidores de televisión paga a ser titulares sólo de una señal de generación propia como lo llama la ley. Entiende que esto le quita una fuente de financiamiento a la producción de contenidos locales. En este sentido, concluye que el país es muy plural, tal vez el más plural de todo el continente, porque tiene seis cadenas de noticias de distintos dueños de ideologías distintas y nichos de mercado distintos. Otro aspecto que considera negativo es que prohíbe el Triple Play, porque ahí ya se había avanzado por el lado del cable. “En Argentina es una vergüenza que no tenga eso, el triple play es una cuestión del pasado en el mundo, esto de que un operador preste tres servicios por el mismo cable y muchas veces con una tarifa plana. Acá en la zona metropolitana de Buenos Aires tenemos uno, pero ya es un monopolio, el de Telecentro y extrañamente nadie más puede prestar ese servicio”, indica.
-Teniendo en cuenta el carácter monopolístico que se le atribuye al Grupo Clarín, ¿considera la posibilidad de que se cree un monopolio estatal a la par de esta nueva regulación normativa?
-Primera cosa, hay que enfocarse sobre el sentido de las palabras, un monopolio según la definición de la economía clásica, es un solo proveedor de un bien o servicio y Clarín no está en esa situación de ser único proveedor en ninguno de los negocios donde opera. Si decimos que Clarín es un monopolio, pongamos los números sobre la mesa para explicar por qué decimos eso. Se sabe que las prácticas de Clarín han sido muy agresivas; por el hecho de consolidar su negocio ha arrasado con otras empresas, alguno podría decir reglas de mercado y otro podría preguntar, “¿Dónde estaba el Estado que no reguló nada?’’. Entonces,  ¿en qué mercado es monopolístico Clarín?, en ninguno. Yo creo que no se va a formar un monopolio alternativo, en todo caso sería un oligopolio muy diversificado de medios. Puede haber intentos de una construcción de monopolios dependientes del estado, pero como los gobiernos en algún momento cambiarán, eso no me preocupa y la pregunta sería: ¿qué pasa con los medios que no son estatales, con los para gubernamentales que se financian con el dinero de este gobierno que algún día dejará el poder?. Entonces ahí tenemos el caso de que con plata del Estado, de los contribuyentes comunes, se está financiado esos medios que no son sustentables, que no existirían sino fuera por la plata del gobierno y que están en manos de privados, por ejemplo: CN23 y los medios del Grupo 23 Grupo Szpolski, que recibieron un gran ingreso por publicidad oficial y mucha de la pauta privada se la consigue y paga el gobierno también, aunque estos lo nieguen. Claro que hay medios propios del gobierno que están surgiendo como INCAA TV y PakaPaka, que son muy buenos para el país y producen resultados positivos en la sociedad y la cultura; eso como bueno, sacando el sesgo político que siempre estará en discusión.
Mientras tanto, y ya despidiéndonos de Bouchard al 500, José no se olvida de un importante tema que faltó a la discusión legislativa: la televisión digital. A la vista, pareciera ser la sombra de un nuevo round de intereses en el que tanto funcionarios, legisladores como empresarios lucharán por ser los últimos en quedar parados.



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