miércoles, 19 de mayo de 2010

yo, Villeguense.

Hoy, con más fuerza que nunca puedo expresarlo. Soy de General Villegas. Allí fue donde nací, y también criaron. Sinceramente, no estoy acostumbrado a leer el nombre de mi pueblo en la tapa de diarios, a escucharlo en la voz de locutores y observarlo en las placas de todos los noticieros. Sería de mi agrado, y fortalecería aun más mi orgullo de ser villeguense, que cada informe periodístico fuera elaborado con objetividad y profesionalismo. Evitando de esta manera, el gran número de malintencionadas afirmaciones que se han realizado desde un primer momento. Créanme, no van a prosperar los esfuerzos que realizan a diario los medios de comunicación por demonizarnos. Existe un claro intento, pues bien lo han remarcado, por configurar a nuestra comunidad como enferma, e incluso podrida. Creo firmemente que este fenómeno solo tiene lugar, pues existen múltiples voces que hasta el momento no se han pronunciado. Silenciadas, tal vez, por el oportunismo de quienes en teoría deberían enfrentar con criterio una cuestión tan compleja y abstraerse en la búsqueda de ciertos intereses. En definitiva, confío en la razón y buen juicio de quienes están capacitados para aplicar sabiamente las normas y “dar a cada uno lo suyo”.

jueves, 13 de mayo de 2010

Puterio XXI

En una época no muy lejana, solían ser una cuestión de extrema confidencialidad las relaciones y experiencias que cada uno mantenía en su esfera privada.
Consecuentemente, al adquirir publicidad los actos que realizamos en la intimidad, se realizan juicios que (en amplia mayoría) distan de corresponderse con la personalidad de uno. “Éste hizo esto… entonces es esto”. Sin embargo, entiendo que no es apropiada la aplicación de este método, pues resulta imprudente adoptar reglas lógicas para explicar la conducta de las personas.
Ahora bien, en comunidades relativamente pequeñas como la de GV y tantas otras, el boca a boca sufrió el efecto arrasador de las tecnologías. Tornándolo en: celular a celular.
Su aparición en la vida cotidiana de los vecinos, no sólo implica el costo económico por utilizar dicho servicio telefónico. Sino también, el alto precio que pagan ante la sociedad quienes se ven involucrados en esa transferencia multimediática.
Así las cosas, sobre la mesa están en juego la LIBERTAD de unos pocos y el HONOR de muchos más.